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Consulta

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La sala esta oscura, hay 2 sillas y nada más.

Alicia: ¿Hola? (no recibe respuesta) ¿Hay alguien aquí? ¿Hola? (no recibe respuesta, se impacienta) Si esto es una broma, no me hace ninguna gracia. (silencio) Vale, pues nada (se sienta en una de las sillas y se enciende un cigarrillo)

(Entra Ana, podría ser una enfermera o algo parecido)

Ana: Aquí no se puede fumar. Haga el favor de apagar el cigarrillo.

Alicia: Perdone, no lo sabía

Ana: No hace falta saberlo, la ley es así, está prohibido fumar en cualquier recinto público cerrado, sea oficial o no.

Alicia: ¿Un cenicero?

Ana: Salga a la calle y lo apague allí

Alicia: Vale. (Sale, al momento vuelve a entrar)

Ana: Espere aquí, en breves momento se le atenderá.

Alicia: gracias

(Ana sale de la estancia)

Alicia: Joder que estirada. Será maleducada. Puede que nadie la haya dicho que tampoco es de buena educación recibir a alguien en una habitación casi a oscuras.

(Se va la luz)

Joder ya estamos…

(Entra Nieves)

Nieves: ¿Hola? (Silencio) ¿Hay alguien? (Silencio)

(Saca el mechero del bolso y va a encenderse un cigarrillo)

Alicia: Yo que tú no lo haría

Nieves: Joder que susto

Alicia: Yo que tú no lo haría

Nieves: ¿Qué?

Alicia: Encenderte el cigarrillo, si lo haces se encenderá la luz y entrará una señora la mar de agradable para recordarte que la ley prohíbe fumar en los espacios públicos cerrados sean oficiales o no lo sean

Nieves: Gracias por la información (enciende en mechero y busca a la persona que le habla, cuando la encuentra) ¿Alicia? ¿Eres tú?

Alicia: ¿Nieves? Qué casualidad, cuanto hace que… una eternidad

Nieves: Eso mismo hace una eternidad que no nos vemos.

(Se enciende la luz, para ellas pasa desapercibido)

Nieves: ¿Cómo te va? ¿Sigues en el barrio? ¿Qué tal tus padres?

Alicia: ¿Has tenido hijos? ¿Te has casado?

Alicia: Joder que alegría, no sabes lo que me alegro de verte, he pensado tantas veces en ti… ¿Cuántos años? 8, 9…

Nieves: 9 años que me fui para estudiar en la universidad y por un motivo u otro no he vuelto

Alicia: ¿No has vuelto al barrio o no has vuelto a la ciudad?

Nieves: Al barrio, aquí llevo cinco años. Desde que murió mi madre, no me apetece mucho ir al barrio, mi padre está en una residencia, supongo que lo sabes, con Alzheimer es difícil tenerlo en casa y con mi trabajo más todavía. No intento excusarme, la verdad es que en la residencia tiene todo lo que necesita

Alicia: Todo menos los cuidados de su hija

Nieves: Todo menos mis cuidados, intento ir todos los sábados y pasar el día con él. Ahora, creo, que ya ni me reconoce, soy como la sombra de alguien que lo visita. Es doloroso y frustrante, pero…

Alicia: Pero haces todo lo que puedes, afortunadamente mis padres se encuentran bien, no necesitan los cuidados de una residencia que ni ellos, ni yo podríamos pagar. No he salido del barrio, allí está mi vida y mi futuro, si es que hay futuro alguno. ¿En que trabajas?

Nieves: Ahora estoy con una excedencia, pero soy analista de sistemas, lo cierto es que es un buen trabajo y bien remunerado

Alicia: ¿Estas casada?

Nieves: Si, mi esposo, Juan es el dueño de la empresa. No va bien, somos felices. ¿Y tú?

Alicia: Estoy casada, no puedo decir que felizmente casada, pero casada sí que estoy. Mi marido se llama, que casualidad: Juan. Lleva en el paro ni se sabe, y no tiene mucha pinta de que se ponga a trabajar pronto. Yo limpio escaleras, casas, lo que se tercie. Entre lo poco que yo gano y la pensión de mi padre salimos adelante. O lo intentamos. Afortunadamente vivimos en el piso de mis padres y hace años que lo habían terminado de pagar. ¿Hijos?

Nieves: No, ¿y tú?

Alicia: Dos niñas. Alicia y Berta

Nieves: ¿Alicia?

Alicia: Se lo puse por ti, por ti que conseguiste salir del barrio y no tener que regresar, por ti que eres la persona que más admiro del mundo

Nieves: Gracias, no creo que merezca el que me tengas en tan alta consideración

(Entra Ana)

Ana: (dirigiéndose a Nieves) ¿Qué hace usted aquí? Su cita era para las veinte horas.

Nieves: Ya, me he adelantado. No creo que sea muy importante.

Ana: Lo es y mucho. Usted no se hace una idea de lo complicado que es todo esto. Usted no debería estar aquí.

Nieves: ¡Basta! Déjese de amonestaciones, he llegado un poco antes, no creo que sea tan importante.

Ana: Esperen un momento, voy a consultar con mi jefes. Esto no debería de haber sucedido, es una irregularidad, una irregularidad considerable. Esperen por favor, ahora vuelvo.

(Sale de escena)

Alicia: Joder cómo se pone, ni que hubieses venido a matar a alguien

Nieves: Será estúpida. Ahora mismo voy a llamar a mi marido, se va a enterar de quién soy yo. ¿Pero qué se habrá creído esta  enfermera de mierda?

(Saca el teléfono y comienza a marcar)

Nieves: Ahora vuelvo, salgo un momento a la calle y ahora vuelvo.

(Sale de escena)

Alicia: Joder, joder, joder. Vaya mierda. Vaya mierda… pero necesito el dinero, necesito tanto ese dinero… Joder, joder que mierda…

(Entra Ana)

Ana: ¿Quiere seguir adelante?

Alicia: Desde luego

Ana: Pero la ha visto, sabe quién es. Sabe que ha firmado un contrato de confidencialidad, que jamás podrá reclamarnos nada.

Alicia: Lo sé. Lo acepto.

Ana: Venga conmigo

(Salen de escena. Se vuelve a apagar la luz. Entra Nieves)

Nieves: ¿Alicia? ¿Alicia? (Saca el mechero y lo enciende, no hay nadie más en la habitación. Se sienta en una silla y se enciende un cigarro. Transcurridos un par de minutos, entra Ana. Se enciende la luz)

Ana: Ya puede pasar

Nieves: ¿Y Alicia?

Ana: ¿Alicia?

Nieves: Si, Alicia la chica que estaba aquí antes. ¿Dónde está?

Ana: Le hemos dado los resultados de sus análisis y se ha marchado. Me ha pedido que la despidiese, ha dicho que tenía prisa y que no podía esperar.

Nieves: Pero vengo de la calle, nos hubiésemos cruzado.

Ana: No necesariamente, hay otra salida, habrá salido por ella.

Nieves: Pero…

Ana: Ya sabe porque está aquí. ¿Acepta las condiciones del contrato?

Nieves: Pero Alicia… hacía tanto tiempo que no sabía nada de ella. Hace muchos años fue mi mejor amiga, su hija se llama como, se lo puso en mi honor

Ana: Aquí tiene el contrato, firme si acepta las condiciones del contrato.

Nieves: ¿Puedo preguntarle una cosa?

Ana: Dígame

Nieves: ¿Qué le ocurre a mi amiga?

Ana: Nada, una visita rutinaria

Nieves: Pero ella no puede pagarse el gasto que supone esta clínica

Ana: Ese no es mi problema

Nieves: Puede que ella, ¿es de ella?

Ana: Esa no es una cuestión que deba tratar conmigo. Simplemente le pido que firme si está de acuerdo con los términos del contrato

Nieves: No puedo, de Alicia… lo siento, no puedo

Ana: Usted misma, pero su amiga forma parte de nuestra labor social, la atendemos por cumplir con los protocolos que exigen este tipo de clínicas. Le diré que su amiga ha pasado un proceso cancerígeno, que nosotros hemos tratado y como ha podido constatar con éxito.

Nieves: ¿Qué tipo de cáncer?

Ana: ¿Qué es esto, un interrogatorio?

Nieves: Si fuese suyo jamás podría, no podría vivir con ello

Ana: Le he informado más allá de lo que se me está permitido. Su amiga se encuentra perfectamente, eso es todo lo que le puedo decir.

Nieves: Pero…

Ana: Entiendo que no va a firmar el contrato, por tanto aquí a terminado toda nuestra relación. Buenas tardes.

Nieves: Me promete que Alicia se encuentra perfectamente y que ella…

Ana: Le pediría que renunciase a esta falsa moral. Cuando acepto nuestra intervención, ya sabía que los límites de la legalidad son muy, muy flexibles. Y el dinero ayuda mucho a flexibilizar esos límites.

Nieves: Pero Alicia…

Ana: Buenas tardes (Sale de escena con el contrato. Se apaga la luz)

Nieves: (Suena su teléfono) Sí, si cariño, aquí estoy, pero no estoy segura… No sé si quiero seguir adelante con esto… Ya sé que he sido yo la que ha insistido… Ya sé la cantidad de dinero que hemos invertido… Pero yo, Alicia… Ya, lo sé. Pero… Vale, tienes razón, tienes razón. Quiero ese niño por encima de todas las cosas, si ya sé que un vientre de alquiler era la mejor de las soluciones, lo sé, no hace falta que me lo recuerdes. Vale amor, luego nos vemos. (Saca un cigarro y lo enciende)

(Entra Ana, se encienden las luces)

Ana: Le recuerdo que aquí no se puede fumar

Nieves: Lo recuerdo perfectamente, pero cómo usted ha dicho hace un rato, la ley es flexible y el dinero tiene el poder de flexibilizarla aun más.

Ana: ¿Qué quiere decir?

Nieves: Que acepto las condiciones del contrato. Por cierto supongo que dado mi estado deberé dejar de fumar.

Ana: Sería lo más conveniente, dado que un embarazo siempre es muy delicado

Nieves: Desde luego.

(Ana sale de escena y regresa con el contrato. Nieves lo firma y sale de escena. Ana saca un teléfono de su bolsillo y realiza una llamada)

Ana: Hay que despedir inmediatamente a la persona de la recepción, una situación como esta no se puede volver a repetir. Ha firmado, siempre firman. La necesidad de ser madre siempre es superior a la falsa moral. El problema es Alicia, sabe quién se va a quedar con su hijo y eso siempre es peligroso. Lo que digas, lo dejo en tus manos.

(Saca un cigarro, lo enciende… se apaga la luz)

 

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