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luismerchan

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Un cuento: Se dejaba caer todos los días desde la ventana de su piso, situado en el decimoquinto piso de aquella vetusta casa construida en mil novecientos sesenta y dos. Se estrellaba contra el suelo, se incorporaba, escupía un poco de sangre, Rh negativo y se iba a trabajar, así de lunes a viernes, los sábados quedaba con su novia y bajaba en el ascensor, a ella no le gustaban los besos con sabor a sangre. Los domingos se quedaba en casa y descansaba. Este era el discurrir de su vida, de su monótona vida, al menos así lo creía él. El martes 30 de junio del año dos mil diez, el día antes de sus vacaciones, se dejó caer por la ventana, como todos los días, como todos los días desde hacía quince años, se dejó caer y al llegar al suelo, mejor dicho unos metros antes de llegar al suelo, hizo algo que nunca había hecho, mirar al suelo al que se acercaba, sintió pánico, cerró los ojos y se estrelló contra la acera, aquel día no fue a trabajar, nunca más fue a trabajar.

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