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 Pippo, encontró a Nonno en el psiquiátrico de Nápoles. Nonno es sordomudo, ha pasado 50 de sus 80 años de vida encerrado en este psiquiátrico. Allí Pippo, paso una temporada, y encontró en Nonno su alma gemela, su contrapunto, sintió por él, esos sentimiento inexplicables que  te unen a una persona de por vida. Pippo quiso llevárselo con él, a su casa, a su hogar, alojarlo en su casa y darle una vida, fuera de aquel psiquiátrico que había sido su vida. No fue fácil, sólo lo que realmente se ama, merece una lucha, dejarse al piel en conseguirlo. Sacar a un ser humano de aquel lugar resultaba extremadamente complejo: Nonno no tenía familia que decidiese por él, Nonno según la justicia no estaba en condiciones de decidir donde quería vivir. Pippo adopto a Nonno como su hijo. Pippo de 45 años adopto a Nonno, que había pasado 50 de sus 80 años en el psiquiátrico de Nápoles.

Hoy Nonno es el hijo de Pippo y recorren los grandes teatros del mundo.  Juntos esperan a Godot, Nonno a dejado la locura del psiquiátrico por la locura del teatro, bajo la protectora mirada de su padre, Pippo. Verlos a los dos en la escena, es encontrarse de frente con esa poesía limpia de artificios, la poesía que te remueve por dentro, que te arranca una lágrima o una sonrisa con la misma facilidad. La complicidad que hay entre ellos, los ojos de Nonno clavados en Pippo, los ojos de Pippo clavados en Nonno, padre e hijo, esa química que transciende, que eleva el teatro a la categoría de arte. Padre e hijo en este mundo de tarados, de injusticias, se acompañan, se miman, se encuentran y nos devuelven lo mejor de nosotros mismos.

Luis Merchán, para Fani.

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