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Es un lugar extraño, ajeno, un lugar de locuras guardadas en estantes, un lugar en el cual la cordura es un recuerdo.

En ese he dejado parte de mi camino, la senda que atravieso, he atravesado o atravesaré. Esa parte que reclama necedades, esa oscura y recondita sugerencia al no ser, al ser que uno detesta (amaría) ser.

Hay cajones, en un caótico orden, una mariposa bate las alas, instantes antes capullo, ese batir de alas, ese ligero susurro, allí se convierte en letanía, en dulce lamento. Me siento por un instante vampiro sediento de tu sangre. Jugemos al escondite, si te atrapo, te morderé, desangraré tu cuerpo mortal para convertirlo en inmortal, así discurrir la eternidad.

Las vampiresas, las de verdad, no tienen la regla, ¿o sí?

Decía en un tiempo pasado, decía un príncipe, uno de los de verdad, que le gustaría ser un tampax.

En este lugar el silencio es tanto que se puede observar

Cuando te desangres, caminaremos por los senderos de la fiebre

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