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luismerchan

deviejo

Me paso poco, ultimamente por aquí. No tengo excusa y procuraré enmendarme.

 

 

 

¡Qué cierren los teatros!

Espacio: el Hall de un teatro.

Personajes:

P1

P2

P1: No lo cierres, todavía no lo cierres, espera un poco, retén un instante el tiempo, como suspendido de las varas del telar. Soñaremos con las sombras, con el fugaz destello de un foco cenital sobre el actor principal, con los lugares comunes del drama: Que la vida es sólo un sueño, y los sueños…

No lo cierres; la distancia entre el silencio y la palabra es el lugar donde la comedia se muestra. Demos tiempo para la última llamada del regidor , un último instante, que por última vez suba el telón y  un actor se encuentre con el patio de butacas vacío, con ese silencio a la vez terrible y hermoso.

Las palabras que han quedado para siempre suspendidas del telar, a la espera de un nuevo espectador, de un único espectador, pues habiendo un espectador el teatro cobra vida, uno, solo…

No lo cierres, por penúltima vez deja que mis palabras resuenen, que tú, espectador de esta última representación, puedas escuchar las palabras de William Shakespeare:

Como actor vacilante en el proscenio

Que temeroso su papel confunde

O como poseído por la ira

Que desfallece por su propio exceso…

No lo cierres, las palabras son como polvo, por mucho que se limpie, siempre se vuelve a posar. Teatro, no son solamente palabras, teatro es un recinto, un espectador, un tramoyista (Mi obra ya no se representa. El escenario detrás de mí fue construido por gente a quien no le importa mi drama, para gente a quien no le interesa. A mí tampoco me importa. No voy a actuar ya…) teatro…

Crisis… Crisis…

Las ideas se refugian, en la agonía de gestores culturales, de mequetrefes que han ocupado el tiempo en engordar sus bolsillos, en decidir, en separar “lo bueno de lo malo” en la criba, en esa criba ha muerto el teatro, pero no hay que preocuparse, el teatro siempre renace, de sus cenizas nacen nuevas semillas, semillas que pueden, deben germinar, un nuevo teatro que es el teatro de siempre: liturgia y comunión. Gracias a esta crisis,  puede, solamente puede, que devore a los gestores culturales a los sabios que han hecho tanto daño a nuestro arte. Sin timón, seguro que el teatro encuentra nuevos caminos, se reinventa, ¿sabrán reinventarse estos servidores del poder, parapetados en la cultura?

¡Que se cierren los teatros! ¡Todos ellos! Dejemos de ser pasto de las subvenciones. ¡Qué se cierren los teatros! ¡Todos ellos!

P2: Hay que irse, no queda nadie. Hay que irse, irse… He pasado parte de mi vida entre estos muros y si he de ser sincero el teatro nunca me ha gustado, prefiero el cine, una buena película. Ese es el problema del teatro, que los que lo hacen pretenden, y lo que pretenden no lo acabo de entender. Shakespeare, Calderón, Heiner Müller, ¿realmente los actores, los entienden? El público quiere reírse, pasarlo bien. He visto cosas a las que no podría darles significado, he oído palabras, que se quedaban solamente en eso: palabras.

Chafa clavos, así nos llaman los actores, chafa clavos, pero sin nosotros no hay teatro… eso no lo tienen en cuenta, que sin nosotros no hay teatro. Tanta grandilocuencia queda sepultada entre las bambalinas. Pero no hay que preocuparse, hay que establecer una distancia, como dices es hora de volver a los sótanos húmedos, a las frías noches de invierno.

P1: Las frías noches de invierno… las húmedas noches… vuelta al espacio vacío, un actor frente a su personaje. Cierra el teatro, ¡abajo los teatros del mundo! ¡Viva el teatro pobre! ¡El teatro campesino! Volver al punto de partida

P2: ¿Qué puedo hacer ahora? ¿Dónde voy?

P1: ¿Dónde ir? Esa es la cuestión.

P2: ¿Qué puedo hacer ahora? ¿Qué soy?

P1: Esa es la cuestión: ¿Qué somos? ¿Actor o personaje? ¿Autores y actores de la propia desesperanza? ¿Piezas de un puzle que no seremos, jamás, capaces de completar?

P2: No sé, lo que sí sé es que yo seré, de momento, un tramoyista en paro. ¿Y tú?

P1: ¿Puede acaso el teatro quedarse en paro? ¡No! Los actores puede, los directores puede, los autores puede… Pero el teatro no puede quedarse quieto, se hace por dinero, pero sobre todo por amor, por esa necesidad física y anímica que no puedes controlar. Ya te lo he dicho, no pasa nada retornando al frío y húmedo desván, podrán cerrar los teatros, eso no lo niego, pero no podrán acabar con el teatro, está metido en nuestras almas, del teatro, los que lo hacen, los que lo aman, solamente salen con la muerte… aún en ese caso la obra perdura.

P2: El teatro inmortal, ese teatro inmortal tuyo, no va a alimentar a mis hijos.

P1: Ni a los míos, pero sí que alimentará mi alma, y la de todos los que en este camino hemos encontrado una esperanza. Las crisis nos hacen más fuertes, alimentan nuestra creatividad, nuestras ganas de contar, de decir, de no callar. Podrán cerrar los teatros, no nuestras voces.

P2: Oigo tus palabras, como escuchaba las que me venían de la escena, pero sigo sin comprenderlas. Llenas el silencio con palabras huecas, palabras que quedan flotando en el aire y a nada conducen.

P1: Puede que así sea, que las palabras se queden flotando, que no lleguen a sus destinatarios, no por ello vamos a dejar de decirlas, no por ello vamos a escondernos, a callarnos.

P2: Habla todo lo que quieras, grita si quieres, cuando baje la persiana, aquí encerradas se quedarán tus palabras, aquí encontrarán su último acomodo, su única morada.

 Una vez se representaba una obra de un tal Heiner Müller y uno de los actores decía: “Actores, de cada pata de silla un perro”  No entendí nada de lo que decían en el escenario, no podría decir de qué trataba la obra, pero esa frase se me quedó, nunca he sabido lo que significaba, pero algo querrá decir ¿no crees?

P1: Sabes una cosa, su mujer se suicidó metiendo la cabeza en el horno de gas.

P2:¿ Qué mujer?

P1: La mujer de Heiner Müller, Inge

P2: No me extraña con las cosas que escribía su marido

P1: Ella era poeta

P2: ¿Poeta?

P1: Sí

P2: Dios los junta y ellos…

P1: Mejor nos vamos, dejemos que los fantasmas de la escena recorran los pasillos de este teatro. Que en la oscuridad del escenario, sin focos, representen su escena.

P2: Pues nos vamos, adiós viejo teatro, adiós varas, telones, bambalinas, sacamuertos…  

¿Sabes lo que es un sacamuertos en el argot teatral?

P1: No

P2: El utilero, ¿sabes? cuando las compañías giraban con un amplio repertorio, el utilero se encargaba de tener multitud de elementos: Sofás, sillas, fusiles. Se encargaba de tener todo el attrezzo posible, pues las compañías teatrales llevaban lo menos posible, para ahorrar costes en el transporte. El teatro moderno acabó con ellos, al igual que acabó con la figura del apuntador. El teatro puede, debe continuar. Aquellos que también lo hacemos posible, vamos quedando atrás, no somos actores, ni directores, ni dramaturgos, pero gracias a nosotros el drama ha continuado, y como bien dices continuará. Yo en cambio hoy bajo la persiana de un drama que comienza cuando salga a la calle, cuando camino de  casa no sepa qué decir, no sepa qué hacer, pues vosotros manejáis las palabras, las manipuláis. Yo soy un simple chafa clavos, un chafa clavos en paro.

P1: Me has dejado sin palabras

P2: No te preocupes que ya regresarán.

P1: Supongo que sí

P2: Te lo puedo garantizar. En esos sótanos fríos y húmedos, en esos sótanos, florecen las palabras como las setas. Allí podrás cocinarlas, nuevos textos, que alimenten la escena, que le den continuidad, dentro o fuera de los teatros, como bien dices la representación puede darse en cualquier espacio, en muchos de ellos, no son necesarios, los eléctricos, los tramoyistas, los técnicos de iluminación o sonido. Para ese teatro solamente son necesarios un actor y la palabra y a veces ni la palabra es necesaria. Ve pues a tus sótanos. Yo bajo la persiana, como quien deja un baúl lleno de fotografías en el desván, sabiendo que esas fotos no le pertenecen, pero que sin ellas no tiene pasado y sin ellas no hay futuro

P1: Me voy. ¿Volveremos a vernos?

P2: No sé. Te sigo

Salen de escena. Oscuro

Textos en cursiva: Calderón, Shakespeare y Heiner Müller

Luis Merchán Donaire

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