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luismerchan

Helechos

  Asoma una duda, un instante incierto, una pesadilla nocturna: La hadas quieren mi corazón. No he volado hace tiempo, si, ya sé que basta con despegar los pies del suelo. Desde el balcón los redobles del tambor suenan distintos, será la distancia o la perspectiva, el caso es que suenan distintos. No sé dónde quiero ir a parar, he perdido el tren de aterrizaje, los pies se vuelven vagos con el paso de los años. Sigo moviendo el esqueleto y comiéndome tus labios, tu cuerpo me llama, tus labios... tu sabor... tu sexo.

No preguntes, entender no lo es todo, basta intuir, a veces hay que llamar a las cosas por su nombre...

Como la pirada del amante pusilánime, que sólo ve sus narices, incapaz de ver que hay dos centímetros delante... se me entiende... tú al menos sí. Tuyo lo dicho y lo deseado. ¡Mamá, ¿me puedo levantar ya? Se levanta y viene con sus pasitos a la cama, hay que despertarse, ese rasgo de cotidianeidad bien merece una vida, todas las vidas. De tu sombra me alimento, aléjate antes de que el sol se ponga. Quedan seis días de castigo, habitualmente no miro el calendario, dejo transcurrir los días.

Hablaré, otro día, de los helechos.    

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