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Es fácil adaptarse a una nueva situación, siempre que tengas algo que decir, o lo aparentes. Me ha parecido, por un instante que en la pantalla del ordenador se podía leer: Dios le ama. ¿Puede amarte alguien a quien no conoces? Supongo que sí, puede ser hasta habitual. Pero soy desconfiado, es mi naturaleza.

Voy por un camino, ¿angosto?, puede que lo sea puesto que me siento cansado. Nunca he entendido del todo, eso de darte una paliza  caminando para al final encontrarte con una montaña, la cual tras unos instantes de admiración y contemplación, se queda ahí, mientras tú das la vuelta y retornas al punto de partida. Este camino no conduce a ninguna montaña, al final del camino hay un sofá y una pistola. Me tumbo en el sofá y procuro descansar, pero no puedo apartar de mi mente la puta (perdón si hay niños leyendo) pistola de la cabeza, me levanto, la cojo y doy dos disparos al aire, siempre he querido hacer esto, algo que cae del cielo se dirige a mí, me aparto y ese algo cae sobre el sofá, no se muy bien quien es, pero lo imagino: Dios, me dice: Yo te amaba. Yo no sé que responder, pienso: Dios existe, pero por poco rato. Le pregunto si puedo hacer algo por él, y responde: Vete a tomar...