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luismerchan

día 17

  El PRÍNCIPE DESPERTADOR

En el fondo, algún día tenía que sucederme. El trabajo de despertador de bellas durmientes nunca me había entusiasmado, pero los del paro se pusieron bordes: "O coges el caballo y recorres los bosques en busca de bellas durmientes que despertar con un suave beso en los labios, o te retiramos el subsidio".

La decisión fue dolorosa, me encontraba en una terrible encrucijada: despertar odiosas princesas dormidas dios sabe por qué, probablemente por nada. Bueno, acepté el trabajo, ¿Qué otra cosa podía hacer? Me monté en el caballo, me enfundé la armadura (esto es una pesadilla, pensé) blandí la espada y por último me entregaron el título de príncipe, que en un principio me pareció una tontería, pero más tarde descubrí que me iba a resultar imprescindible en mi nuevo trabajo.

-¿Quién es este estúpido? -¿Cómo, cómo se ha atrevido a besarme? -¿Por qué me has despertado? Idiota, con el sueño tan bonito que estaba teniendo. -A ver, tu certificado de príncipe despertador, como no lo tengas ahora mismo mando que te corten la cabeza. En estos casos enseñaba el certificado y continuaba mi camino lo más presuroso posible.

Había besado toda clase de labios, labios carnosos, labios finos, dulces, amargos, agrietados, labios de pitiminí, un largo etc. de labios.

Algunas al ser despertadas eran amables, otras incluso estaban agradecidas por haberlas sacado del profundo dormitar en el que se hallaban sumidas, otras eran engreídas, otras exigían casarse conmigo. En estos casos con la excusa de ir a comprar tabaco huía despavorido. La mayoría eran odiosas, estúpidas hasta lo más profundo de su ser.

-¡Uy! Y yo con estos pelos.

-Debo estar horrible, seguro que se me ha corrido el rimel.

-Qué feo eres hijo mío.

-Pero, pero, pero... tú no tienes los ojos azules, yo había pedido un príncipe despertador con los ojos azules. Ya puedes volver a dormirme.

-Pero yo no puedo volver a dormirlas.

-Buah, buah, qué desgraciada me has hecho.

Mi vida se había convertido en un peregrinar por el bosque, en busca de bellas que despertar, me había convertido en un profesional, frío y sin corazón. No sentía nada por ellas, las despertaba y punto.

Hasta el día de hoy, algún día tenía que suceder... Allí estaba dormida, bellísima, angelical, la bella entre las bellas, y yo iba a despertarla, a lo mejor, tal vez ella se enamoraba de mí, ¡Claro como en los cuentos! Me había enamorado, me acerqué sigilosamente, casi sin rozar la hierba con los pies, humedecí mis labios, me incliné levemente sobre ella  y me dispuse a besarla, sería el beso de los besos, el beso del amor.

-¡Alto príncipe! gritó un gnomo del bosque

-¿Qué ocurre?

-¿Estás seguro de lo que vas a hacer?

-Sí claro, despertar a la princesa

-Pero te has enamorado de ella ¿no es cierto?

-Sí lo es ¿y qué?

-Imagino lo que ocurrirá si la despiertas

-¿Qué ocurrirá?

-Para empezar, ¿crees que ella permitirá que continúes con tu trabajo de despertador de bellas durmientes?

-Y eso que más da

-Perderás el trabajo, volverás a engrosar las filas del paro, te retiraran el certificado de príncipe y entonces ¿crees que ella se quedará contigo sólo porque le hayas despertado?

-Hombre desde ese punto de vista.

-Luego más tarde, si ella no te rechaza ¿cómo vas a pagar los vestidos, los pinturetes, las medias, etc.?

-Cuando te pones aguafiestas, te pones aguafiestas.

-Más tarde comenzará a engordar, se quedará preñada, llenará la casa de niños llorones, pañales, sonajeros... Yo que tú seguiría el camino, olvidaría que existe este bosque, sigue despertando princesas por las que no sientes nada, y si algún día te cansas de viajar, has ahorrado un dinerito, ya sabes donde se encuentra la bella de tus sueños.

-Tienes razón duendecillo, adiós y gracias.

Seguí despertando bellas, era mi trabajo. Puede que algún día, ¿quién sabe?, retorne a este bosque, pero eso ya será otra historia.

 

 

 

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