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luismerchan

repasan

Allí seguía, en su museo, la niña de sus ojos. No se le ha descrito por aquello de la educación. Lo conocí hace tanto tiempo… y sin embargo creo que nunca lo conoceré, pero ese es otro tema. Siempre con la razón a cuestas, la pesada razón, que acaba produciendo monstruos. Como contarlo si nunca llegué a conocerlo del todo. Lo de ser inmortalizado en aquella foto embadurnado de mierda de gallina, al principio lo desagrado en grado sumo. Pero el ego es grande y sus caminos infinitos. Él nunca lo expondría en su sacro santo lugar, pero verse expuesto y admirado en otro museo, aunque fuese bastante más pequeño que el suyo, le producía un cosquilleo y un placer cercano al orgasmo, creo no exagerar, pero uno no acaba de conocer nunca a los que le rodean. Tras aquel episodio, el de la mierda y la fotografía, que a cualquier mortal le hubiese desequilibrado. Él en cambio urdió mil estratagemas para volver a ser inmortalizado, se dejo caer, en una inauguración de una exposición en “su” museo, por las escaleras ante los periodistas, pero no consiguió que su imagen cayendo fuese lo suficientemente relevante para salir ni tan siquiera en los periódico de su provinciana ciudad, eso sí, se rompió tres costillas y estuvo cuatro meses de baja, lo cual siendo funcionario es bastante positivo…

Continuara…

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