es de noche

es tarde, al menos para mí es tarde, llego cansado a estas horas y aún me queda desnudar el alma y lanzarla por los recovecos de las calles, húmedas, las calles mal iluminadas, las calles de los no nacidos, las calles de los no muertos, las calles inundadas de sombras que amenazan con devorarme. es tarde hasta para el amor, el amor de compra y venta, el amor carente de amor, el amor que pasa, que no se queda, el amor como expulsión de un cercano paraiso que amenaza con irse a otro lado.

He pensado en tí, y me he resistido a tu salvación. las viejas glorias se deslizan como arpías, como decrepitas ancianas, que arrastran sus sábanas, como fantasmas en un cuento gotico. hay una chica en un bar, con la cámara de fotos, ella sabe de lo que siento, ella sabe que la huida es eterna, y que tras esa huida tan solo queda huir.

Estoy nuevamente en el punto de partida, no soy la actriz protagonista de mi drama, no soy, por no ser, ni algo tirado que ha de ser recogido, los basureros me ignoran, no saben de mis palabras o mis deseos. ¡MIEDO!

¡A la calle! ¡A las calles! que no callen las armas, que no se silencien los ladridos de los perros. Un coche se desliza por la avenida, una rata come, tranquilamente, los labios de aquella que entrego su alma a la jeringuilla, una rata que tiene nombre, que trafica con cuerpos sin almas.

Y yo aquí, desde este pedestal. ¿Acaso soy Dios?