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luismerchan

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Se olvidaban de mirar al río, de espaldas a él. La noria enmudeció. Los más pequeños lo notaron primero, los mayores cuando no había remedio. Hubo de hacerse el equipaje y buscar otras tierras. Años después, uno de ellos regresó, encontró restos de la noria, un cauce seco, vestigios de alguien que vivió allí y recuerdos flotando en el aire. Siguió el curso del río, caminó dos días y una noche, en el anochecer del segundo día, encontró una gran muralla que había detenido el cauce del río, una muralla de piedras. Aquella muralla había secado su río y los había alejado de aquel lugar, de su hogar. Regresó una semana más tarde, colocó la dinamita en los lugares que él creyó convenientes y la explosionó. El agua fiera y desbocada acabó con la vida de muchos inocentes, si hay alguien que pueda ser considerado inocente, él no pensó en eso, pensó en dar vida nuevamente a su pueblo, no pensó en los pueblos que había siguiendo el curso del río, y que no habían abandonado sus hogares. Son cosas que pasan, la noria volvió a girar, no aquella vieja y desvencijada que el río arrastró, la nueva noria, la noria que devolvió a las gentes a su hogar.

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