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luismerchan

Santiago

Helen: ¿Cuando llueve lo hace en todos los lugares o sólo aquí?

Geni: No sé, nunca he ido hasta el final de la lluvia.

Helen: La piedra retiene la humedad del agua, es por eso que la piedra es fría. Cuando me tumbo sobre la piedra, el frío me traspasa, los huesos penetrados por la humedad retenida en la piedra se encolerizan, es entonces cuando tengo ganas de fundirme en el corazón de la piedra y buscar cobijo en él, que el interior de la piedra sea mi morada.

Geni: Un día soñé un día sin lluvia.

Helen: ¿Qué viste?

Geni: Nada. Tras la lluvia no hay nada. La lluvia está porque no hay otra cosa. Hay otras cosas porque está la lluvia. ¿Cómo bailar en los charcos sin lluvia? Sin lluvia no hay charcos.

Helen: ¿De la lluvia nació el mar? ¿Alguien entiende el lenguaje de las olas? ¿Las olas son lluvia?

Geni: Las olas son gotas atrapadas por la tierra. Luchan contra la roca para liberarse. Se agotan hasta una extenuación inexistente.

Helen: La lluvia es danza.

Geni: La lluvia es río.

Helen: La lluvia es danza, ritmo.

Geni: La lluvia es río, caudal.

Helen: La lluvia es danza, ritmo, rito.

Geni: La lluvia es río, caudal, musgo.

Helen: la lluvia es danza, ritmo, rito, vida.

Geni: La lluvia es río, caudal, musgo, vida.

Helen: Lanzo un zapato al aire, si cae sobre la suela se inunda, ¿se ahoga?

Geni: No sé. ¿Qué hay de malo en la lluvia?

Helen: Goteras.

Geni: Gris.

Helen: Ropa húmeda.

Geni: Gris.

Helen: Frío.

Geni: Gris.

Helen: Charcos que no bailo, piso.

Geni: Gris.

Helen: La lluvia es gris.

Geni: ¿Por qué la lluvia esconde los colores?

Helen: Porque detrás de la lluvia hay más lluvia, la lluvia esconde los colores, los plomiza. Tenemos que clavarnos a la piedra, para que el agua no nos arrastre, bailar con los pies adheridos al suelo, con sangre si es necesario.

Geni: Yo tengo el pelo rizado, con la lluvia es un asco. Me gustaría bailar agitando el cabello con un movimiento circular de la cabeza, sacudir todas las gotas que habitan en la raíz de mis cabellos. Si pudiese daría una patada en el suelo y enviaría toda esa agua arriba, hacia el cielo. Luego acurrucarme, clavada a la piedra y esperar que toda esa agua callese de golpe.

Helen: Te ahogarías.

Geni: No. Dejaría de respirar un instante, que en un instante suceda todo. Si quieres te digo cuando lo haré. Te dejaré estar conmigo, a mi lado.

Helen: ¿Si me sumerjo en el mar, el agua de lluvia me toca?

Geni: Tonta claro, toda el agua del mar es lluvia.

Helen: El agua de lluvia es dulce, la de la mar salada.

Geni: el mar es lluvia de ojos.

Helen: Si dejase de llover me compraría un paraguas.

Geni: ¿Para qué?

Helen: Para recordarla.

Geni: ¿Me das un beso?

Helen: ¿para qué?

Geni: Para recordarlo.

Helen: Vale. (Se lo da)

Geni: Voy a guardar este beso lejos del gris.

Helen: Dame un abrazo, caliéntame el corazón.

Geni: El corazón es rojo, en él guardaré tu abrazo.

Helen: El corazón se esconde bien dentro para que la lluvia no lo descubra y lo arrastre.

Geni: Si un día deja de llover...

Helen: Ese día no existe.

Geni: Pero si deja de llover, me pondré un vestido transparente. Que nada quede oculto como ocurre ahora detrás de la lluvia.

Helen: ¿El corazón de la lluvia es húmedo?

Geni: El corazón de la piedra retine el latido de la tierra, calla el golpe del artesano.

Helen: ¿Y cuando grite la piedra?

Geni: Cuando grite la piedra dejara de llover.

 

Fin.

Me suena a Godot. A gente que espera.

Fue en Santiago, tiempo hace de ello,  este texto nació allí. Geni, Helen, Ana... El recuerdo perdura

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