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luismerchan

decepción

Decepción, hay en ésta un dolor, algo que encima te hace sentirte culpable. Es difícil esconderse de ella, aunque no quieras te sientes como un cubo de basura. ¡Qué le den por culo al mundo! Soy como soy, eso no se debe cambiar. Paula ha sabido hoy que sus compis,isótopas, no irán a la misma clase que ella. Eso genera decepción, no tanto en Paula: verla llorar siempre te ablanda, como en nosotros. Pero bueno hay confianza y esto es una decepción pasajera. Dicho esto y temiendo volverme demasiado cotidiano, y asustar a los pocos, muchos y eternamente agradecido, lectores que de vez en cuando se asoman a este blog.

 

 

Siempre que se confesaba le ardía la entrepierna, eso le mortificaba todavía más e intentaba alejarse del confesionario. El miedo al pecado lo obsesionaba, quería el perdón, lo ansiaba, pero al mismo tiempo…

No conocía a su confesor, éste era anónimo, un ser humano dentro del confesionario, una voz, nada más que eso una voz que lo absolvía de sus malos pensamientos y pequeños pecados. Una voz que enervaba lo que se enerva, una voz que poblaba sus noches, sus sueños, sus poluciones. Cambió de confesionario, lo mismo. Cambió de parroquia, lo mismo. Se hizo psicoanalizar, se hizo travesti, se humilló ante los hombres y ante Dios, busco el perdón en el dolor, como Santa Teresa, pensaba. Se arrastró por la inmundicia, por el lodo de las bajas pasiones. Para acabar delante de aquel confesionario, nuevamente, dispuesto a terminar de una vez por todas con aquel suplicio que lo atormentaba. Se arrodilló, recitó sus pecados y esperó la absolución;ésta llegó, aquella voz que se asemejaba a todas las voces, lo absolvió, lo que no pudo calmar fue la enorme erección que embotaba sus sentidos. Aquello tenía que terminar, se levantó, corrió la cortina tras la cual se ocultaba el nacimiento de todos sus males, la primera impresión, lo perturbó, la erección se torno en flacidez instantáneamente. Tras la cortina un ordenador acoplado a unos altavoces lo habían perdonado de sus pecados, y lo había conducido por los terrenos de la perdición. Tras aquello, jamás volvió a pecar, al menos pecados que mereciesen la pena ser perdonados.

Con el tiempo, quemó un par de confesionarios y aquello lo liberó por completo. Algunas tardes, por aquello del lodo y la pasión recuperaba su travestida época y dejaba que los instintos se apoderasen de él.

1 comentario

Campanilla -

Todos nos hemos sentido decepcionados bien por no ir a la misma clase, bien por no obtener lo deseado, bien por no poder tener lo que o a quien queremos,pero la vida sigue...y siempre aunque esté quemado hay una pizca de azúcar y chocolate a los sabores amargos...dale la vuelta a la tortilla!siempre funciona!ya darás señales de vida!