Pereza
Me cuesta no dejar al margen las palabras, me voy dejando llevar por los caminos de agobio, ese agobio que conduce a no hacer nada, o al menos a la sensación de no hacer nada. Me pongo en estos menesteres, escribir, al tiempo que descuelgo el teléfono y marco un número, una voz me responde, yo pregunto: ¿café?, la voz a su vez dice: sí. Y me veo obligado a postergar estas letras, espero ser comprendido, o al menos no ignorado.
En mi descargo la voz del teléfono es femenina, pelirroja y casada.
Un saludo al mundo que está por venir.
Hagamos una fiesta del té y quememos lo que de este mundo...
0 comentarios